Estamos en plena resaca del clásico. Tertulias, artículos, polémicas… es hora de hacer un balance en frío de lo acontecido ayer en el Camp Nou.
Se ha dicho prácticamente todo y se han sacado todas las conclusiones habidas y por haber. Pero nosotros nos queremos centrar en un hombre en concreto: Zlatan Ibrahimovic.
El sueco ha acaparado todas las portadas de hoy (excepto otras que hablan de victorias morales…) tras anotar su octavo gol en Liga que daba la victoria a los azulgrana.
Pero más allá de su acierto goleador, la actuación del sueco ayer nos ha dado mucho que pensar, ya que puede haberse abierto una nueva puerta para desencallar los partidos que muchos equipos plantean a los de Guardiola.
Ayer, sobretodo en la primera mitad, el Madrid adelantó muchísimo su línea defensiva obligando al Barça a jugar en un espacio reducidísimo ahogando de esta manera, el engranaje de creación azulgrana. El Barça de este modo no podía combinar y no encontraba el camino habitual para generar ocasiones de gol.
Nos recordó sobremanera al partido del año pasado en casa contra el Chelsea en el que los de Hiddink emplearon un sistema defensivo bastante similar al que ayer puso en liza el Real Madrid.
Pero ayer Guardiola nos enseñó el porque quiso a toda costa al sueco. Precisamente en partidos como el de ayer, cuando el juego combinativo del Barça no era el habitual y el mediocampo no abastecía de balones peligrosos a los delanteros, es cuando la participación de Ibra se antoja decisiva.
Ibrahimovic ayuda a dar un giro inesperado al juego blaugrana. Cuando no es posible combinar y llegar al área rival a través de pases rápidos, el ariete escandinavo ofrece la posibilidad de renunciar al estilo de siempre para optar por un juego más directo. Algo impensable para muchos puristas pero que en momentos puntuales bien puede solventar la papeleta.
Ibra mostró el camino. Los rivales ahora tienen una preocupación más. Esa es la cuestión, conseguir ser lo más imprevisibles posible.
¡ No sabéis lo que nos gusta Ibra!
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