dijous, 30 de juny del 2011

SE CIERRAN UNAS PUERTAS, SE ABREN NUEVOS SUEÑOS




 


                             


  


“ La Masía ha sido más que una residencia, ha sido mi casa” Estas han sido las palabras de un emocionado Guillermo Amor durante la ceremonia simbólica del cierre de la que ha sido la residencia de tantos y tantos chavales durante 32 años.


 


La Masía echa el cierre para dar paso a una nueva residencia mucho más grande y con mejores prestaciones ubicada en la misma ciudad deportiva Joan Gamper.


Esta renovación era más que necesaria. El edificio se había quedado pequeño y obsoleto. La culpa de ello la tiene el goteo inacabable de futuros valores que año tras año van emergiendo desde las categorías inferiores. Cada vez son más los niños que llegan a Barcelona para buscar su puesto en el club, para luchar por la ilusión de cruzar la explanada de delante de la Masía y pisar el anhelado césped del Camp Nou.


 


Con esas ilusiones llegaron en su momento un chaval delgadito y enclenque de Sant Pedor, un tímido y bajito niño de Fuentalbilla o un introvertido niño de 11 años venido desde argentina picando a la puerta del Barça tras ser rechazado por River.


Cientos y cientos de casos han pasado entre las 4 paredes de la Masía. Esas cuatro paredes han compartido las risas de unos, han sufrido los llantos de nostalgia y añoranza de otros que echaban de menos el tan necesario apoyo familiar y sobretodo, por encima de todo, han visto crecer a sus inquilinos que tras formarse como futbolistas fuera de ellas, se formaban como personas una vez pasaban la puerta.


 


Y es que la Masía, más allá de la premisa de formar a futuros valores del fútbol, ha sido un centro en el que se ha formado a personas. Desde la primera hornada de inquilinos, se puso hincapié en el aspecto formativo y personal de los niños. De nada ha valido que uno fuese un as en el césped pero que después defraudase a los rectores con malos resultados académicos o comportamientos impropios.


 


Podríamos decir con total seguridad que el proyecto que en su día inició Josep Lluís Núñez fue en su momento pionero. Reclutar a chavales que por h o por b no podían o les suponía un problema acudir cada día a las instalaciones del club para entrenar fue una idea sensacional pero que además se ha desarrollado mejor todavía.


Y es que la Masía ha sido, es y será en su nueva ubicación, la piedra angular de un club que a diferencia de la mayoría, tiene en sus categorías inferiores una materia prima que gracias al trabajo diario, supone en cada vez más ocasiones un combustible de alta calidad para el primer equipo.


 


Sin la Masía, sería difícil entender casos como Valdés, quien la abandonó por añoranza a su familia pero que al cabo de los meses volvió para ganar 3 copas de Europa. O el de Messi, acogido en la residencia para ser tratado, explotar su talento y de paso, ser leyenda del club con 24 años. Por no hablar de Iniesta, Guardiola, Amor, Sergi y muchos otros tantos que pusieron su grano de arena pero que no tuvieron la suerte de llegar hasta el final.


 


La Masía. Un hogar de ilusiones, la cuna de la etapa más gloriosa del FC Barcelona. Un libro lleno historias entrañables, de vivencias, de amistades, de nexos y de sueños.


Y tu Fernando lo viviste de bien cerca, siendo ello un orgullo para tu hijo Aitor, quien siempre podrá decir, que el mejor entrenador del Barça en la historia, fue atendido por su padre.


 


Pero que nadie de por acabado el proyecto. La Masía continúa en su versión 2.0. Mejores servicios, mayor capacidad y mejores instalaciones.


Sentimentalismos a parte, el cierre de la antigua sede supone una buena noticia. Significa que no hay más espacio para tanto talento, que el proyecto se nos ha hecho grande.


La Masía cierra sus puertas para abrir unas nuevas. Se cierra una etapa, pero bajo ningún concepto, se cierra un proyecto. La leyenda continúa.


 


¡ No sabéis lo que le debemos a la antigua Masía ¡



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