divendres, 4 de novembre del 2011

Derrota dura con réditos presentes.




Hace 19 años, el Barça era un equipo que levantaba la admiración de toda Europa. En un tiempo donde las comunicaciones no eran como ahora, muchos franceses, entre ellos el actual entrenador de la selección francesa, se desplazaban al Camp Nou para ver al Dream Team.


Por aquel entonces, el equipo entrenado por Johan Cruyff asombraba a todo el mundo con su atrevimiento, su fútbol ofensivo y de ataque. Jugadores como Laudrup, Koeman, Hristo, Guardiola, etc, centraban las miradas de los futboleros que miran sorprendidos el estilo de juego culé, que rompía con lo que predominaba en Europa de la mano del Milan de Sacchi.


En dos años, el Dream Team había ganado 2 ligas, una Champions y  finalista de la Recopa. Se comenzaba a escribir una hegemonía. Pero todo se rompió un 4 de noviembre de 1992. Fue en el Camp Nou y el rival era el CSKA  de Moscu. Quizá sin ese partido ahora no estaríamos viviendo el momento actual.



Era la vuelta de los octavos de final de la Champions League. Era la eliminatoria previa a la Liguilla de cuartos de final. El Barça era el gran favorito para levantar el trofeo. Todos esperaban el duelo con el Milan, que volvía a Europa después de un año de sanción y de haber revatado a la Sampdoria el título de Liga.


En la ida de la eliminatoria, el Barça había empatado a 1. En la vuelta, todo parecía indicar que el Barça pasaría sin problemas. Era una noche muy fría, con temperaturas rozando los 0 grados. Algo anormal en Barcelona. La asistencia no fue superior a la media entrada. Pero nada de eso pareció influir en los jugadores.


Salieron como motos y en 2º minutos dejaron la eliminatoria sentenciada. Dos goles y múltiples ocasiones de gol, en un recital de fútbol de los que aquel equipo solía hacer de vez en cuando. Entonces ocurrió algo que seguramente ha marcado al actual entrenador y que se desprende en todos sus mensajes.


El equipo se desconecto, piso el freno y comenzó a especular y, porque no decirlo, menospreciar al rival. Sin saber como, sin entender absolutamente nada, vieron como en una hora el resultado era 2 a 3. El Barça no conseguía pasar la eliminatoria y veía como su defensa del título se terminaba y el duelo con el Milan por el trono de mejor equipo de Europa se posponía al siguiente año.


Guardiola, que fue titular, fue cambiado en la segunda parte. La imagen de Pep tapado con un manta, sentado en el banquillo, con la cabeza gacha sin encontrar explicación a lo ocurrido es algo que no se nos olvidará jamás. Ni a él tampoco. Por eso siempre escuchamos las palabras de esfuerzo, respeto, trabajo, consideración al rival, etc.


Por eso el miedo a las primeras rondas de Champions, por eso el valorar en su justa medida pequeños logros. Por aquello, por lo ocurrido hace 19 años, Guardiola ha conseguido transmitir a sus jugadores que una hora de relajación significa despedirse de un sueño que dura todo un año.


Aquello fue un palo enorme. Tremendo. Los culés se sentían poderos e invulnerables. Entendían que un rival grande, La Samp de entonces, el Sao Paulo de Rai, el Milan de los holandeses, etc pudieran ganar a los suyos. Pero no entendieron, ni ahora ni antes, como un rival inferior, al cual se le había avasallado en 20 minutos, nos pasaba por encima. Ahora, 19 años después, igual hemos de dar gracias a aquel día triste. A lo mejor si aquello no lo hubiéramos  vivido, ahora no estaríamos en un sueño que ya dura 3 años.


No sabéis que mal lo pasamos hace 19 años!!!


The Digital Garden.


 



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