Un partido que entra por los ojos desde el principio, pero que resulta del todo engañoso. Eso es lo que ha sido el encuentro entre el Milan y el Barça. Mucha espuma pero poco líquido. El Barça ganó en un intercambio de golpes pero se le vieron muchas costuras, que ante otro equipo con más pegada puede pagarlo caro. Con todo, victoria justa por 2 a 3 y finiquitado el primer puesto de grupo.
Desde el primer minuto se pudo comprobar lo que iba a ser el partido. Un partido a ritmo vertiginoso, de ida y vuelta, con muchos espacios en las dos áreas que provocaban que los dos equipos tuviesen ocasiones claras de gol. Un partido bonito de ver, que no siempre es sinónimo de bien jugado.
El Milan salió con la clara intención de presionar muy arriba, poniendo en dificultades la salida de balón del Barça, que no podía combinar con comodidad. Al salir Guardiola con defensa de tres, el Milan se percató rápidamente de que por el costado de Puyol siempre tendría superioridad o podía jugar un mano a mano, y todos los ataques serían ya por la izquierda de su ataque.
Cuando el Barça acertaba a conectar cuatro pases seguidos, entonces casi siempre lograba generar una ocasión de gol. La primera la tuvo Villa, que no acertó a disparar bien en una posición clara dentro del área. Era el minuto 5 y a partir de ahí llegaron los mejores minutos del Barça.
Bien es cierto que sólo fueron diez, hasta el gol de Xavi. En esos minutos, no sufrió en defensa, y en ataque movía la pelota como quiso, con Thiago y Cesc jugando de falso 9, tirando a Leo a la derecha. El dominio se transformó en gol cuando Thiago convirtió en bueno un mal pase de Keita, quien siguió la jugada y entró hasta la línea de cal para dar el pase de la muerte a Xavi, quien estaba listo para empujarla pero se le adelantó Van Bommel, incurriendo éste en autogol.
A partir de ahí, el Barça ya nunca más tuvo el control del partido. Cada equipo conseguía acabar las jugadas de ataque, la intensidad del juego era muy alta y eso hacía que se cometiesen errores en los controles aparentemente sencillos. Cuando eso pasaba en el Barça, solía terminar en jugada de peligro.
Describirlas todas sería imposible. Hubo muchas y muy claras, Robinho y Messi fallaron cuando sólo tenían que empujarla; Villa se equivocó varias veces cuando lo más fácil era meterla; y así un largo etcétera. Pero en una combinación entre Cesc y Xavi, Nesta cometió penalti sobre Xavi, y lo transformó Leo, haciéndolo tras repetirlo por chutar el primero con paradinha.
El Milan salió de nuevo a por todas en la segunda mitad, tras terminar la primera encerrando al Barça en su área. Tvo su justa recompensa en un golazo de Boateng. Éste se fabricó un autopase de tacón que superó a Abidal y le dejó solo ante Valdés. Ahí, sorprendió con un chute con la puntera, engañando a Valdés quien se había tirado hacia dentro dejando su palo descubierto.
Con el empate, el Barça se volvió a encontrar más cómodo. De hecho, el Barça jugó mejor siempre que estaba a la par en el marcador. Tocó y tocó, y con un Cesc y un Thiago tremendos, se hizo con el control del partido, metiéndolo en cloroformo. Ahí, Messi se inventó un pase descomunal a Xavi y este definió son suavidad, marcando el tercero de los suyos que servía para conseguir el primer puesto del grupo.
Quedaba casi media hora para el final y el Barça se volvió a ir. De nuevo un ir y venir sin sentido, aunque esta vez las jugadas ya no tenían tanto peligro como en la primera mitad. Apenas se generaron ocasiones, aunque siempre la pelota rondaba las dos áreas y parecía que podía llegar un gol en cualquier momento.
Al final no pasó y el Barça ganó 2 a 3, en un partido que deja varias lecciones. La primera es que jugando así, con esos riesgos, ante el Madrid se puede pasar muy mal. La segunda es mucho más positiva. Y es que si hace cinco años Iniesta se consagró en este mismo escenario, hoy lo ha hecho Thiago, con tres años menos en el DNI.
¡¡¡No sabéis que partidazo ha hecho Thiago!!!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada