Si Guardiola quería enviar un mensaje autoritario a la Liga, se dará por satisfecho. La imagen ofrecida hoy por el Barça ha sido la de un equipo compacto, prácticamente invulnerable, capaz de sobreponerse a las adversidades, todo ello sin perder el embrujo del buen juego que lo ha hecho admirado en todo el mundo.
La primera mitad fue un monólogo barcelonista en el que el Depor fue un espectador de lujo, que apenas interlocutaba con el monologuista. Por esas cosas que tienen el fútbol y que son las que lo hacen grande, el resultado al final de la primera mitad fue de empate 1, totalmente injusto para los méritos de ambos.
El Barça se hizo dueño del balón desde el pitido inicial y no lo dejó hasta el final. Entre pitido y pitido, múltiples llegadas, casi todas por la derecha . Messi y Alves volvieron a funcionar como el año pasado. El argentino partía desde ahí hacía el centro, dejando espacios para los peligrosos centros del lateral.
Con Iniesta y Xavi en el centro del campo, el Barça encerró atrás al equipo de Lotina, que se pasó la gran parte del primer tiempo persiguiendo sombras. Aranzubía fue el héroe, sacando varias manos a Messi e Ibra, impidiendo la goleada. Aún así, nada pudo hacer en el chute de Messi desde la frontal, después de una jugada colectiva blaugrana en la que intervinieron casi todos los jugadores.
Nada cambio con el gol. Solo el lado en el que la suerte ayudaba al Depor. Un balón largo del portero, mal despejado por Busquets, hizo que Adrián cabecease solo ante Valdés, que pudo hacer más para detener el esférico, ya que a pesar de pillarle a contrapié, lo tuvo casi atrapado pero se le doblaron las manos al intentar detenerlo.
Se iba al descanso el Barça con una sensación extraña. Posiblemente había realizado el golpe de autoridad que pedía Guardiola en la previa, pero cuando miraba al marcador veía empate en el luminoso. Siguió igual todo en la reanudación. El control, la velocidad de balón, las ocasiones, todo era azulgrana, aunque continuaba sin materializarse en el marcador.
Fue perdiendo la esperanza poco a poco el Barça, y a medida que pasaba el tiempo todo continuaba en la misma tónica, pero un par de velocidades menos, espaciándose las ocasiones más en el tiempo. El Depor iba cerrando mejor la banda derecha del ataque culé, que ra de donde venía todo el peligro.
Para intentar cambiar la decadencia en el juego, entró Pedrito por Henry, voluntarioso pero nada efectivo durante todo el encuentro. No lo consiguió, pues apenar el Barça tuvo alguna ocasión con Pedrito en cancha, aunque si tuvo más movilidad. Iniesta pasó a la izquierda, Messi se juntó con Ibra en el medio y Pedro ocupó la derecha del ataque.
Cuando más dormido parecía el partido, una jugada de tiralíneas del Barça, la remató Messi de 9, aprovechando el momento en que Guardado estaba esperando fuera del campo para entrar. Pero el gol hay que apuntárselo a Pedrito. Alves le encuentra en profundidad, el canario llega a la línea de fondo y sin mirar la pone atrás, para que Messi solo tenga que empujarla con la cabeza.
Con 10 minutos por jugarse, el Barça apretó más el acelerador para evitar que sucediese lo de Pamplona. Y lo consiguió, marcando el tercero, después de que Iniesta encontrase a Abidal en la izquerda que apuró hasta el fondo y dejó el balón en el punto de penalti para que Ibra con potencia y colocación sentenciase el partido.
No lo recordará nadie, pero con Iniesta y Xavi juntos en la medía el Barça fue capaz de vencer en uno de los campos más difíciles de primera, mostrando una solidez defensiva propia de equipos grandes, todo ello sin perder la pegada ni la intimidación que son la base del juego culé.
Y es que conviene remarcarlo, aún hay quien culpa a está dupla de la derrota contra el Rubin. Pues va a ser que no, que con ellos dos juntos el equipo puede jugar bien o mal, pero solo son culpables de una cosa, de ser extremadamente buenos y de hacer mejores a quienes les rodean.
No sabéis que contentos estamos!!!
The Digital Garden.
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