En baloncesto, comienzan a jugarse los títulos en enero, cuando el Top 16 de la Euroliga da inicio y la fase final de la Copa del Rey está cerca. En el fútbol sucede algo parecido, con el comienzo de año la Copa del Rey entra en competición, determinando muchas veces la suerte en las otras competiciones por el desgaste, o falta del mismo, que supone.
En la Euroliga, el Barça ya conoce los rivales para el Top 16: Maccabi, Cantú y Zalgiris. Tres históricos del baloncesto europeo, pero asequibles para el conjunto de Pascual, que tiene como objetivo prioritario ser primero y así evitar, si todo va con normalidad, al Panathinaikos.
Aunque para ello, mucho deberá mejorar lo que lleva ofreciendo en el último mes. A pesar de sólo haber perdido un encuentro, las sensaciones que deja el equipo no son las mejores, sobretodo ofensivamente, donde tiene muchísimos problemas para encontrar la fluidez que le caracterizaba, más allá del acierto o no en los tiros, que no deja de ser algo circunstancial.
Un ejemplo de lo que decimos se ha visto en el encuentro contra el Assignia Manresa. A pesar de terminar ganando cómodamente, al Barça le cuesta una barbaridad conseguir una canasta y el pase extra, que era una característica de su juego, ha pasado a ser una anormalidad en los ataques.
Marcelino y Sada no han conseguido imprimir velocidad al ataque, y en estático los pívots han recibido pocas pelotas. Cuando lo han hecho, no han estado nada acertados, haciendo que el Barça siempre mandase en el marcador gracias a su defensa, pero las diferencias no fueron nunca muy grandes, marchando al descanso con apenas cuatro puntos arriba, 32 a 28.
El despertar de Lorbek y Pete Mickeal en la segunda mitad, hizo que el Barça subiese el ritmo anotador, consiguiendo ventajas que rondaron los diez puntos; aunque el Assignia siempre estuvo metido dentro del partido, marchándose al descanso a once puntos del Barça, 58 a 47.
Sin embargo el partido siempre dio la sensación de no estar en peligro para los locales. Y es que este año, la de ya de por sí sólida defensa azulgrana, se ha convertido en una muralla infranqueable para casi todos los equipos, ya que son pocos los que consiguen anotar más de 70 puntos. Esta vez tampoco fue una excepción, siendo el marcador final de 74 a 61.
Eso hace que a la que desde el perímetro los azulgranas estén entonados, los partidos se rompan de forma rápida. Siempre teniendo en cuenta que al mejor Navarro sólo se ha visto en el primer mes de competición y que se le espera a partir de febrero.
En cuanto al fútbol se refiere, algunos han levantado la voz sobre la idoneidad de dejar la Copa en segundo plano, tirándola, debido a la dureza que ha deparado el sorteo. Un cuadro que depara al quinto en la Liga en octavos, posiblemente al Madrid en cuartos, y al Sevilla o Valencia en semis. Durísimo.
Pero si algo se ha aprendido en estos años de Guardiola es que no se tira nada. Y menos este año, en que el Barça cuenta con una rotación extensísima, que permite a Guardiola poder usar hasta 16 jugadores que están capacitados para jugar partidos del máximo nivel sin desentonar para nada.
Es por eso que no vemos por ningún lado cómo pelear la Copa a como se ha venido haciendo estos años, con mezcla de canteranos y vacas sagradas, puede poner en peligro nada. Al contrario, permitirá saber si Fontàs puede jugar en este equipo, si Cuenca se confirma como lo que parece que va a ser, o dar minutos a algunas perlas que vienen despuntado con fuerza.
Pero sobre todo, lo más importante es continuar escribiendo la historia. Esa que nos ha enseñado que cualquier competición hay que respetarla al máximo, porque sólo así se está verdaderamente cerca de poder ganar algo al final de temporada.
¡¡¡No sabéis que emociones nos esperan!!!
The Digital Garden
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