dimecres, 20 de maig del 2009

LA HISTORIA ESTA VEZ JUEGA A FAVOR




                       


 


 


Estamos a 7 días exactamente del que quizás sea el momento más importante de la temporada para los culés. Después de los festejos de la Copa y la Liga, la mente de toda la masa barcelonista está puesta en el partido que en una semana se disputará en el Olímpico de Roma.


 


Todos sabemos que los días y las horas previa a una final de Copa de Europa son momentos llenos de nervios, dudas y sobretodo, un vaivén de sensaciones que varían a medida que se va acercando el inicio del partido.


 


Los nervios, está claro, estarán a flor de piel, pero desde luego, lo que pretendemos decir en este post es que a diferencia de las finales de Wembley o París, el Barça llega en un momento de su historia totalmente diferente al que acontecía en esas 2 finales mencionadas.


 


La final de Wembley, al igual que las de Berna o Sevilla, suponía la posibilidad de conseguir la primera Champions de la historia. Los mismos protagonistas de esa noche mágica de aquel 20 de Mayo, han reconocido que la presión que tenían sobre sus espaldas era enorme … la responsabilidad de curar las heridas de Sevilla y Berna caía sobre los pies del Dream Team. Afortunadamente, el gol de Koeman aligeró buena parte de las deudas históricas que tenía el Barça con Europa.


 


14 años más tarde, llegaba el Barça de un Ronaldinho en su apogeo. El recuerdo de Wembley era muy lejano, demasiado. La sombra del Dream Team había sido, hasta la fecha, una sombra muy larga que se cernía sobre cada entrenador que se sentaba en el banquillo del Camp Nou. La Champions del 92 estaba convirtiéndose en una carga emocional demasiado pesada para el entorno culé, y más aún, cuando en apenas 5 años, el Madrid había conseguido 3 orejonas de una sola tacada.


Por todas esas circunstancias, la final de París se presentaba como una oportunidad perfecta para quitarse de encima el complejo de inferioridad que el trébol madridista había instalado en el barcelonismo. Era el poder anular aquella frase que decía que el “Barça solo tenía una Champions más que el Numancia” y el ponerse 3 a 2 en color.


No era la presión del 92 pero si es cierto que la final de París también llevaba grandes dosis de presión y deudas históricas.


 


Al ganar la segunda, se dio un paso adelante en la historia del club. Ese paso adelante es el que permite que el Barça de Guardiola acuda a Roma sin ninguna deuda histórica que saldar.


Claro está que la presión por ganar estará ahí, pero a diferencia de las 2 finales anteriores, no habrá miedo alguno a perder.


La ilusión por ganarla debe ser la máxima. Ganar supondría empatar al ManU y acercarse al Bayern o al Ajax en el palmarés de la máxima competición continental. Ese salto cualitativo pondría al Barça en el lugar que se merece. Solo hace falta recordar unas declaraciones de Thuram recién fichado por el Barça en las que afirmó no creerse que el Barça solo tuviese 2 Champions.


 


El perder, más allá de de la decepción que supondría el perder una final, no acarrearía una debacle institucional, y más aún teniendo en cuenta el pedazo de temporada que ha hecho esta misma plantilla. Se ha llegado al final de todo y se ha ganado la Liga. Así que lejos de ganar o no el partido del miércoles, la temporada habrá sido excepcional.. falta por ver si se le puede considerar como histórica.


Por eso mismo, no hay que ir con angustias o ansiedades. Simplemente encaremos este partido como una posibilidad de poder entrar con letras de oro en la historia del club y si podemos poner la guinda a esta temporada que nos está haciendo disfrutar tanto a todos.


 


Ya queda menos. Se acerca el momento de hacer historia. A partir de hoy, TDG se centrará en exclusiva a la gran final. Como dijo Pep el día del Gamper: ¡¡abrochaos los cinturones!!!


 


¡No sabéis la ilusión que tenemos puesta en Roma!



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